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REFLEXIÓN DEL XXXIII DOMINGO DEL

TIEMPO ORDINARIO

ENSEÑANOS SEÑOR EL CAMINO DE LA VIDA

 

VERÁN VENIR AL HIJO DEL HOMBRE

Dn 12,1-3; Sal 15; Heb 10, 11-14.18; Mc 13, 24-32

XXXIII domingo del tiempo ordinario, ciclo b

15 de noviembre de 2015

 

  1. Ubicación Litúrgica

 

La Iglesia Católica ha diseñado su liturgia (culto, festividades, celebraciones, etc.) bajo tres ciclos llamados A, B y C. Estamos concluyendo el ciclo «B» e iniciaremos el ciclo «C»; la festividad de Cristo Rey será el preámbulo de este nuevo ciclo; dentro de 15 días estaremos ya iniciando el primer domingo de adviento. Es por eso que las lecturas se enfocan a un final y éste en un primer momento hace referencia al aspecto litúrgico.

 

  1. Ubicación escatológica

 

Los evangelios sinópticos: Mt, Mc y Lc recogen este discurso del Señor, el cual es denominado discurso «escatológico», o sobre la «Parusía», porque versa sobre los acontecimientos del final de los tiempos (cfr. Mt 24,1-25,46; Lc 21,5-37). Se llama también discurso «apocalíptico» porque utiliza un lenguaje especial, el cual hace alusión a imágenes cósmicas («la luz del sol se pagará, no brillara la luna, caerán del cielo las estrellas…»), pero dichas imágenes son una revelación de cosas ocultas

El lenguaje de los signos cósmicos, las referencias al Hijo del hombre y la reunificación se han mezclado conjuntamente en un nuevo contexto en el que la venida escatológica (segunda venida) de Jesús como Hijo del hombre constituye el acontecimiento clave. Su gloriosa llegada será la prueba final de la victoria de Dios; su expectación sir­ve como fundamento para la resistencia pa­ciente.

 

  1. Ubicación literaria del texto

 

Estamos en el capítulo trece del evangelio de san Marcos el cual tiene los siguientes momentos:

Discurso final de Jesús (13,1-37).

  • Introducción (13,1-4). Esta parte habla de la predicción de Jesús sobre la destrucción del templo (13,2) y el resto del dis­curso trata del fin del mundo. Son acontecimientos actuales con una lectura del tiempo (momento presente –histórico-) y del futuro.

 

  • Comienzo de los sufrimientos (13,5-13). El modo en que se describen las persecuciones de los discípulos evoca los propios su­frimientos de Jesús.

 

  • La gran tribulación (13,14-23). El evangelista Marcos, nos lleva a vivir las escenas de persecución que vivían las comunidades, las cuales eran propiciadas por el gobierno en turno (Nerón). Más adelante esto culminará con la destrucción de Jerusalén. Al anunciar estos acontecimientos, Jesús prepara a sus seguidores para afrontar­los, haciendo posible su resistencia paciente.

 

  • El triunfo del Hijo del hombre (13,24-27). Se llegada y presencia son un acontecimiento clave y será la prueba final de la victoria.

 

  • Exhortación a la confianza y la vi­gilancia (13,28-37). Está for­mada por una parábola (13,28-29), así como exhortaciones a la confianza y a la vigilancia.

  •  

4. ¿Qué dice el texto de Mc 13, 24-32?

 

a) «La luz del sol se pagará, no brillara la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá»

Estos alusiones cósmicas, que pre­ceden la llegada del Hijo del hombre, evocan ciertos textos del Antiguo Testamento, como son: Is 13,10; Ez 32,7; Am 8,9; Jl 2,10.31; 3,15; Is 34,4; Ag 2,6.21. Sin embar­go, en ningún lugar del Antiguo Testamento preceden a la llega­da del Hijo del hombre.

 

b) «Verán venir al Hijo del hombre»

El conjunto de todas estas descripciones cosmológicas es una manera de decir que toda la creación señalará el momento de su llegada «verán al Hijo del hombre venir en­tre las nubes». La descripción está tomada de Dn 7,13. Sin embargo, el Hijo del hombre de Marcos es una referencia clara a Jesús, no una figura an­gélica «en forma humana» de Dn 7,13.

 

c) «Enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales»

La idea de que Dios va a reunir a su pueblo elegido, tiene su referencia bíblica en Dt 30, 4; Is 11, 11.16; 27,12; Ez 39, 27 y en otros textos del Antiguo Testamento, pero sí nos queda claro que en ningún lugar del Antiguo Testamento se dice que el Hijo del hombre sería aquel que llevaría a cabo esta reunificación. Sin embargo, esta idea si está clara en el Nuevo Testamento, como lo encontramos en el evangelio de hoy.

 

d) «Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse»

La palabra de Dios es eterna, es promesa que se cumple. Jesús mismo es la Palabra hecha carne. Sin embargo siempre nos preguntamos ¿Qué nos espera después de tanto esfuerzo, ilusiones, sin sabores?

 

5. ¿Qué nos dice el texto a nosotros? ¿A qué nos invita? ¿Qué suscita en cada uno de nosotros?
 

  1. La vida no es para siempre, tiene un fin, cada uno de nosotros somos seres limitados (con un hasta aquí) y un día llegará ese fin; sin embargo nuestro fin no es para siempre, sino un vivir en el misterio de Dios.

  2. Jesús vendrá por segunda ocasión y de manera definitiva, nadie sabe cuándo sucederá, solamente el Padre, pero lo que sí es un hecho es de que va a venir. Cuando llegue podremos ver su rostro tan anhelado.

  3. El texto de Marcos no afirma que viene a juzgar y a condenar, más bien viene a reunir a sus elegidos, es decir a aquellos que esperan su salvación.

  4. La Palabra de Dios-Jesús es palabra de vida eterna, esta no dejará de cumplirse, porque su Palabra es promesa hecha realidad. La palabra es signo de esperanza, de fe, de convicción, motivo para confiar plenamente en Dios.

 

P. GILBERTO  LORENZANA

FORMADOR DEL SEMINARIO DE TUXPAN

 

Mc 13, 24-32 (Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos)

 

Estamos llegando al fin del año litúrgico y la palabra de Dios de este domingo nos recuerda que avanzamos hacia el final de la historia y que hemos de prepararnos al encuentro con Dios.

 

Nuestra preocupación no ha de centrarse en cuándo o cómo será el fin del mundo, sino en asumir nuestra tarea en construir un mundo mejor aquí y ahora, para prepararnos al encuentro definitivo con el Señor a su debido tiempo.

Una imagen nos puede ayudar a entender esto. En el día del juicio se oscurecerán las estrellas no por la disminución de su luz, sino por la claridad que llegará con la Luz, que es Jesucristo.

 

Las imágenes, que la Palabra de Dios nos ofrece hoy, están desbordantes de vida, para despertar  esperanza y afirmar nuestra confianza en Dios. Más importante que el miedo ante el futuro es el ánimo para el presente. Más que un discurso sobre los últimos tiempos es la indicación de cómo hay que vivir cada día. El mensaje nos invita más a las actitudes que a los acontecimientos.

 

No se trata tanto del final del mundo natural, sino del final del mundo de la tribulación, la tristeza, la enfermedad, las desgracias, la muerte…

 

La venida y la presencia definitivas de Jesús es, para toda la humanidad, motivo del mayor consuelo y la mayor esperanza.

 

Nuestra tarea como cristianos, es orientar nuestra vida hacia el bien y los valores que brotan de él. Esta tarea no debe apartarnos del mundo; por el contrario, debemos trabajar para que las estructuras sociales se orienten hacia la construcción del bien y los valores.

 

La forma de construir el Reino de Dios, es haciendo vida el evangelio en la familia y en la sociedad. Si nos esforzamos por hacer crecer el bien en derredor nuestro, estaremos preparados. Esta será nuestra forma concreta de mirar los brotes de la higuera, y aunque no importa saber ni el día ni la hora, estaremos listos para el encuentro con Jesucristo.

Definitivamente, el mensaje que la Palabra nos trasmite hoy es un mensaje de esperanza y no de miedo. Jesús nos enseña a no preocuparnos por el mañana.

 

Si hoy hacemos bien lo que tenemos que hacer, mañana haremos lo mismo, y así hasta el final.  Lo que pase después no nos tiene que preocupar, si hemos vivido cada día con esta sincera intensidad de vida y de fe. Por eso en el final de nuestra vida, no va a haber sorpresa alguna, vamos a recoger lo que hemos sembrado, tal como nos indican todas las parábolas de Reino.

 

 

+ Juan Navarro Castellanos

Obispo de Tuxpan

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