Parroquia Seminarística Santiago Apóstol
Tantoyuca Veracruz
REFLEXIÓN DEL CUARTO DOMINGO ORDINARIO
TE FORMÉ, CONSAGRÉ Y TE CONSTITUÍ PROFETA
Jer 1,4-5.17-19; Sal 70; 1 Cor 12,31-13,13; Lc 4,21-30
IV domingo ordinario, ciclo c
31 de enero de 2016
La Palabra de Dios, en este domingo, nos invita a reflexionar sobre el profeta. La palabra como es rica en su contenido nos da un amplio panorama para abordar el tema desde diferentes enfoques.
Desde la primera lectura se puede hablar de la vocación, los miedos y compromisos por ser portavoz de Dios, la importancia de formarse para ser un verdadero profeta, la certeza y confianza que debe tener el mensajero porque Dios siempre estará con Él. El santo evangelio nos habla de único y autentico profeta, también de lo voluble que son los oyentes, pues no aceptan al profeta por ser “X” o “Y” y por lo mismo rechazan su mensaje. En la segunda lectura encontramos las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad). Pero el mejor camino es el del amor. Por eso el profeta es un heraldo del amor de Dios.
PRIMERA REFLEXIÓN:
Te formé, consagré y te constituí profeta
En la primera lectura escuchamos un texto de los llamados vocacionales, precisamente porque narra el llamado de un profeta, que en este caso se trata de Jeremías.
El texto contiene algunos puntos importantes que se deben de subrayar porque encontramos en ellos una fuerza espiritual.
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Antes de formarte en el seno materno, te conozco; desde antes de que nacieras te consagré y te constituí profeta para todas las naciones.
Jeremías es consciente de que Dios le habla y lo ha elegido, antes de que él se diera cuenta, para una misión profética, su elección es anterior a su existencia. Dios ha tenido con él una presencia amorosa y selectiva, por eso le dice “te conocí”, se trata de un conocimiento selectivo y afectivo en orden a su misión. Y, esa elección no se debe a méritos de Jeremías, sino un acto gratuito del amor de Dios. Por otra parte, la dice: “te consagré”. Este término debe entenderse como: “te santifiqué”, “te conferí una gracia especial” o “separar para el servicio de Dios”. Todo ello indica que ha sido elegido para una relación especial con Dios que es santo. Por último, la expresión “te constituí” indica que oficialmente es profeta.
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Cíñete y prepárate; ponte de pie y diles lo que yo te mando. Hoy te hago ciudad fortificada, columna de hierro y muralla de bronce. No temas, no titubees delante de ellos, para que yo no te quebrante.
Llevar la Palabra de Dios siempre será complicado o difícil, por una parte por la desconfianza del profeta y por otra por la cerrazón de los oyentes. De ahí que se le invite a Jeremías a prepararse, adoptando una postura seria y varonil. No debe de intimidarse, no debe de tener miedo, debe ser decisivo, firme y contundente. Si se muestra con titubeos ante Dios, entonces será castigado.
El profeta debe confiar siempre en Dios, pues es Él quien dará la fortaleza necesaria. Si su confianza en Dios es por convicción, entonces se convertirá como una “ciudad fortificada”, “columna de hierro” y “muralla de bronce”.
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Te harán la guerra, pero no podrán contigo, porque yo estaré a tu lado para salvarte.
Es admirable saber que un profeta que es anunciador de un bien, es tratado como un malhechor. Todo portador de Dios se ha enfrentado a duras pruebas, que implican soledad, desprecio, burlas, intimidaciones, persecución, cárcel, torturas y hasta la pérdida de la propia vida.
Sin embargo, aunque los tratos son desagradables, esto indica que se está anunciando el mensaje de Dios como debe de ser porque todo aquel que se siente incomodado por la Palabra de Dios quiere decir que la verdad lo pone al descubierto. Además, el profeta no debe de perder la confianza en Dios ya que Él es garantía de protección y de salvación. Así lo han experimentado muchos profetas.
Aspectos prácticos:
Es Dios quién llama y elige a algunos ser colaboradores suyos en una misión especial. Los llamamos misioneros, religiosos (as), sacerdotes, etc.
Felicitamos a todos los que han dejado casa, familia, amigos, etc. por anunciar a Dios. De manera especial felicitamos a las religiosas que en estos días tendrán su celebración de clausura por el año dedicado a la vida consagrada.
Es necesario seguir promoviendo las vocaciones en nuestra Diócesis, porque la Palabra de Dios tiene que seguir anunciándose.
SEGUNDA REFLEXIÓN:
El profeta voz de Dios
Los profetas son portadores de la Palabra de Dios, hablan en su nombre, le prestan sus labios, son heraldos del Señor. La palabra que ellos pronuncian no es su palabra, no es una opinión suya o de los demás, ellos hablan de la Palabra de Dios. Por eso su tarea es no mal interpretar, ni manipular o distorsionar el mensaje divino, sino que deben de explicar la autenticidad de lo que Dios transmitió en su momento y lo que nos dice hoy. La tarea noble del profeta es hablar lo que Dios dice.
Por eso, los mensajeros de Dios sabemos que su Palabra está llena de amor y se manifiesta de diferentes maneras, es decir tienen diversas maneras de ser, a saber:
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Es penetrante, porque llega hasta lo más profundo de cada persona, principalmente en la conciencia.
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Es comprensiva, sólo Dios entiende lo que va viviendo cada uno y se hace por ello empático.
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Es viva, porque da sentido a lo que realizamos.
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No es irritante, aunque de momento no nos cae bien, porque nos han dicho lo que nadie se atreve a decirnos.
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No es grosera, ya que el profeta es atento, educado, cortes, fino porque habla de Dios y en su nombre.
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Llena de verdad así lo hace ver Jesús cuando cita el apoyo del profeta Elías a una viuda en Sarepta y la curación de un leproso, Naamán de Siria, por parte de Eliseo.
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No se alegra con la injusticia, no hace ningún mal, sino todo lo contrario, el profeta, anuncia a Dios (que es amor) y denuncia todo lo que se opone al plan de Dios, es decir todas las injusticias.
La Palabra de Dios anunciada por el profeta confía en que la persona acepte dócilmente el mensaje. Dios a través del profeta espera un cambio en el oyente, que se vea reflejado en su vida.
Aspectos prácticos:
Desde el día de nuestro bautismo fuimos constituidos profetas. Desde ese momento, tenemos la noble tarea de anunciar a Dios, es decir hablar de Él en cada momento. Si hablamos de futbol, tecnología, novelas, carros, moda, etc. ¿Por qué dejar de hablar de Dios?
Todos necesitamos que nos hablen de la Palabra del Señor, pues es ella la que nos trae alegría, paz, felicidad y amor pleno. No dejemos de anunciarlo, pero para hablar de Dios implica comprometerse a formarse seriamente para no distorsionar su mensaje.
TERCERA REFLEXIÓN:
Jesús, el único profeta
El evangelio de san Lucas, de este domingo, es una continuación del texto del evangelio que meditamos hace ocho días. Jesús está en la sinagoga, acaba de leer el texto de Isaías que dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor”.
Al concluir la lectura afirma rotundamente: hoy mismo se ha cumplido este pasaje que acaban de oír. Inmediatamente el texto nos hace ver que sus oyentes lo elogian, admiran la sabiduría de sus palabras. Reconocen en Él al profeta que habla con autoridad.
Sin embargo, el mismo evangelio nos hace ver el salto que hay en los oyentes, pasan de la admiración a la crítica, del elogio a la burla, de ver al profeta a un simple hombre. No aceptan el mensaje y se concentran en desprestigiarlo.
Sus contemporáneos no aceptan a Jesús y por lo mismo desatienden la Buena Nueva. Rechazan al hijo de un carpintero, pensando que de Nazaret no puede salir nada bueno y efectivamente no es “algo bueno”, sino Alguien bueno. Así que rechazan su Palabra porque no concuerdan con sus pensamientos e intereses, rechazan tal vez su aspecto físico y se olvidan instantáneamente de la sabiduría que brota de Él. Ignoran que es el ungido del Señor.
Ciertamente Jesús es un profeta incómodo porque su Palabra es penetrante, es desafiante, no tolera la injusticia, su palabra se goza en la verdad. El mismo es la verdad, y, ésta es tan clara que todo mundo quiere matarlo, por eso lo llevan al despeñadero y por eso murió en la cruz.
Él no es exclusivo de algunos, Él es para todos (especialmente los más necesitados del amor de Dios). No se ajusta a los intereses humanos, sino que habla con la verdad, aunque esta incomode y sea incomprendida, ya que los están muy cómodos se sientan desinstalados y los que están desinstalados se sienten ya cómodos. De tal manera que es Buena Nueva para los pobres, libertad para los cautivos, salud para todos los enfermos, etc. Él vino para proclamar la misericordia de Dios.
Jesús es la Palabra hecha carne, es la Voz de Dios y es Dios, Él es la Buena Noticia y por eso su mensaje ilumina, orienta, perdona sin límites, corrige porque ama, soporta y espera sin límites porque es misericordioso como el Padre. Dejemos que su Palabra se cumpla hoy en cada uno de nosotros.
Aspectos prácticos:
Dios nos habla de distintas maneras. Nos habla a través de sus ministros y debemos de escucharlos y ser obedientes al mensaje que se anuncia. Nos habla por medio de los signos de los tiempos, de ahí que debemos estar muy atentos y pedir a Dios su sabiduría para distinguirlos con claridad. Nos habla a través de los acontecimientos por eso es importante estar atentos y realizar lo que Dios nos pide.
PBRO. GILBERTO LORENZANA GONZÁLEZ
FORMADOR DEL SEMINARIO
DIÓCESIS DE TUXPAN